17 de Septiembre 2004

Xacobeo 2004: Día 16

En el capítulo anterior …

Y aquella mañana, nada más despertarme ya estaba llamando al Santo para que cogiera el primer autobús que pasara, mi cámara de fotos y se llegase a mi hotel . Le expliqué lo de la noche anterior y le enseñé mi maravilloso autógrafo. Su primera observación: “Cuando lo vea el Puto te va a odiar”.

Efectivamente. Pero de buen rollo.

Su siguiente observación fue: “Vámonos que apenas he desayunado” (o algo así, cuando se harte de darle vueltas a Europa que me corrija).

Fue salir por la puerta y darnos de cabeza con ellos. Suspicaz de mi, lo único que se me pasó por la cabeza al ver a aquel fichaje fue: “Dios, con el calor que hace y con chaqueta de cuero”. En ese momento me dio por mirar más detenidamente y darle por fin un uso provechoso a los cristales de mis gafas para percatarme de que me encontraba frente al cantante y al batería de The Darkness, que estaban allí con un botones esperando un taxi.
En ese momento, bastante cortada, veo que el Santo se acerca a ellos con toda su naturalidad y se pone a darles la mano.
Les dijo que el concierto había estado genial (que pelota ... aunque tampoco le faltaba razón) y lo mejor era que ésta vez si que teníamos cámara (aunque con las pilas moribundas) para inmortalizar aquel momento.
Le preguntamos si nos podíamos hacer unas fotos, a lo que respondió con un divinísimo “oh” de los suyos seguidos de unos “sure, sure, sure…” bastante locuelos.
Le pasamos la cámara al botones que no perdía detalle del numerito y Justin empezó a poner caretos para las fotos.
Después nos despedimos, le di dos besitos ( … ) y los dejamos allí que pillasen su taxi tranquilos, por que el pobre del bateria tenía una cara de sueño impresionante. Es lo que pasa si te estás de cachondeo con el Bellamy hasta las 5 de la mañana.

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Después de eso me pasé el resto del dia paranoica. Cada vez que se abría la puerta del ascensor del hotel me pensaba que se iba a aparecer el Robert Smith allí con to sus pelos y me iba a dar un susto. Aunque mas bien, si me lo llego a encontrar el susto se lo lleva el, por que entonces si que no hubiese respondido ni de mi, ni de mi emoción desatada.
Pero no cayó esa breva.

Después de localizar a Jarry, Sonia y demás peña y enterarnos que no iban a venir al concierto por la tarde (Jias, Jarry, te lo perdiste) nos fuimos a comer. Paseando por Santiago nos encontramos a otros colegas de Málaga que habían venido expresamente para el concierto de The Cure (y en su dia David Bowie… ains…) y no sólo eso. Nos dimos cuenta de un factor extraño, cuanto menos curioso de presenciar.
Y es el que el centro de Santiago se había convertido en un vórtice de goticismo descontrolado. Y no, cuando digo goticismo no me refiero a chavalillos con cadenas, pinchos hasta los codos y la cara pintada a lo Dani Filth. Me refiero a vinilo, botarras new rock o de esas con puntera picuda y un expositorio de camisetas que despertarian la envidia de cualquier coleccionista: Bauhaus, Sisters Of Mercy (¡¡Existen!! ¡¡Y yo quiero una!!), Type O Negative, Anathema, Lacrimosa, Bella Morte, Smashing Pumpkins … y esas son solo algunas de las que recuerdo.

Al fin, nos encontramos de nuevo en el Monte Do Gozo. Aquel dia no se cabía. Ya a las 6 de la tarde que llegamos estaba la zona de delante del escenario hasta los topes. Sin embargo, esta vez éramos solo dos, lo que facilitaba la capacidad de maniobra, así que nos fuimos colando hasta estar a una distancia bastante razonable del escenario.
Ahora que lo pienso, actuar aquella noche debió ser un poco frustrante para algunos grupos. Como por ejemplo Starsailor. Un grupo que me recordó un poco a la versión edulcorada(si, más aun…) de Matchbox Twenty . Aún así tenían algunas canciones muy guapas que sólo se estaban molestando en bailar dos hippiosos motivadísimos que había delante mía. De esto se dieron cuenta incluso los propios Starsailor que les dedicaron una canción y le dieron las gracias. En ese momento el flower power que se respiraba estaba a punto de terminar con algún siniestro demasiado metido en su papel. Lo mejor fue que después de lo emocionados que estaban y la pechá de cantar que se habían pegado, el Santo les preguntó el nombre del cantante. Por toda respuesta, el hippie agarró con fuerza la toalla que les había lanzado éste y dijo emocionado perdido: “¡Tio no lo sé!”. Y desaparecieron.

De repente comenzamos a notar el típico estado pre-caos cuando se avecina un concierto movidito. La gente se empujaba, se colaba, se miraba con odio, se quejaban a gritos, discutían por que el de atrás había andado dos centímetros y el de delante no hacía mas que empujar hacia atrás, fingían ponerse enfermos ( “tia, que estoy muy mala, yo esto no lo voy a poder aguantar”. Yo: “pues entonces será mejor que te salgas antes de que empiece el concierto y sea peor…” o qué te creias, ¿Qué con esa excusa tan trapera que estabas utilizando para avanzar desde atrás del todo te iba a servir para quitarnos el sitio? Al final la tipa no se fue, y se quedó allí. Quejándose, llamando a su amor Bellamy y peleándose con todo el mundo. Pero se quedó).
Al final fuimos a caer junto a una pareja bastante entrañable y bastante simpática que pasaban bastante de follones. Cosa que quedó demostrada cuando comenzó el concierto de Muse.
De repente apareció Mathew en el escenario, con un abrigo-bata-cosa-rara blanca, al mas puro estilo “hola, me he escapado del manicomio” y abajo se desató la tempestad. Desde luego, el concierto de Granada había sido mil veces mas tranquilo. En este la gente se estaba matando. La pobre gótica de la pareja de antes estaba a punto de morir asfixiada y su novio se esforzaba por protegerla un poco de los golpes. Una estrategia un poco novata, por que en el momento en que intentas oponer resistencia a la masa es cuando te llevas la mayor paliza. Lo mejor es apostar bien tus pies en el suelo y dejarse llevar. De todas formas acabamos los cuatro (y mas tarde nuestros amigos de Málaga) cogidos de los codos intentando evitar que aquella pobre chica muriese pisoteada. En un momento dado, no sé como me las apañé para soltarme y acabar en la otra punta, pero da igual, yo se cuidarme sola, y además el concierto me estaba encantando. Me faltaron muchas canciones, pero es que en el otro concierto dejaron el listón muy alto. De todas formas los mejores momentos para mi fueron los de los temazos típicos: Plug In Baby, New Born, In your World, Time is running out…
En fin… que me queda por decir de Muse. Que acabaron la actuación empotrando el bajo contra la bateria y destrozando el escenario. Espectaculares. Grandiosos. (si… y yo motivailla)

Después de Muse llegó el sopor. En fin, ahora me doy cuenta de que no soy del todo justa con Lou Reed. No deja de ser un gran músico, pero no debemos olvidar que la mayoria de la gente que había allí estaba esperando a David Bowie, y Lou Reed fue como un “conformaros con esto”. Un exglamuroso bastante pasado de rosca. Y se que las comparaciones siempre son odiosas, pero entre David Bowie y Lou Reed, no hay color. O al menos eso pienso yo, que de todas formas tenía bastantes ganas de verlo. El caso es que no fue para nada como me lo había imaginado. No tocó ninguna de las canciones que me gustan. Para ser exactos, no cantó nada que yo conociese. Además de que las canciones eran bastante largas y parecidas entre si. En fin, un concierto bastante monótono, que en un teatro, y para gente que hubiese ido a ver exclusivamente a Lou Reed (entre los que probablemente nos encontraríamos nosotros) habría estado de puta madre. Pero no en un festival multitudinario después de un concierto que había sido como una inyección de adrenalina. Lo cierto es que me dio un poco de lástima que la gente lo abuchease, y encima saliese a tocar bises. Será que de “buu” a “lou” no hay mucha diferencia fonética, o que verdaderamente, Lou Reed es impredecible. Aún así me daba la impresión de que no se merecía aquello.

Pero reflexiones aparte. Después de Lou Reed venían The Cure, y que coño, yo estaba deseando que saliesen ya. Sin embargo, se hicieron esperar aún bastante rato.
Delante nuestra se habían apostado unos góticos que pasarían de los treinta, enfundados en vinilo negro, acompañados de unas chicas muy monas que iban disfrazadas de Siouxie (una de ellas llevaba una minifalda de leopardo y una camiseta rasgada de Siouxie and The Banshees) y de una clon de Tammy que no hacía mas que rular una botella de licor de café. Entonces se apagaron las luces. La gente se estaba poniendo un poco nerviosa después de tanto rato de pie. Uno de los vinilomen se puso a gritar como un descosido aquello del “I can’t find myself” al que la gente iba añadiendo variaciones tales como “I can’t find my legs”.
Y en pleno cachondeo, el escenario se llenó de humo y comenzó a escucharse el principio de Fascination Street. Salieron The Cure y todos nos pusimos a gritar eufóricos y a cantar aquella canción.

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Fue fantástico: Robert Smith se paseaba con su blusa ancha negra y en algunos momentos no podías ver más que su característica silueta entre el humo y las luces. Los ojos hundidos y rodeados de un cerco negro, parecía que tuviera las cuencas vacías. Las manos juntas en un gesto casi vacilante y una sonrisa a medio camino entre la complicidad y la malicia. De vez en cuando sacaba una cámara y le hacía fotos al público.
En la mitad del concierto el Santo se fue por que se estaba poniendo malito. A la chica de la camiseta de Siouxie le había dado un yuyu y el novio se la había llevado a los seguratas. Worrick repartía botellas de agua. Me volví a encontrar al Brian Molko, que me saludó con la mano. Y yo, sola de repente, de un vistazo encontré a uno de los tipos de Málaga en primera fila, con su novia, en un estado de éxtasis bastante avanzado.
Me lo estaba pasando de puta madre.
Había muchas canciones que no había escuchado, pues el último disco me lo regaló el Chino después, en Agosto. Sin embargo no se dejaron ninguna de las grandes. Los mejores momentos fueron sin duda los de los clásicos: Friday I’m in Love, Boys Don’t Cry y por supuesto Lullaby. Sin dejarnos atrás los temazos del Disintegration, como Pictures of You o Love song y los del último como The End Of The World o Before Three.
En definitiva, fue el mejor. A pesar de que había estado a punto de darle un guantazo a un idiota que no me dejaba en paz y no hacía mas que pegarse. Y encima me pregunta: “¿Te estoy incomodando?”. Menos mal que con aquel “si” tan seco y tan rotundo se le quitaron las ganas de hacerse amiguito mío y se quitó de en medio. Sonia, ahora si que te comprendo.

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Y así doy por finalizada la crónica del Xacobeo 2004... dos de los mejores dias-noches que ha dado de si este verano.

Escrito por Delirio a las 17 de Septiembre 2004 a las 12:50 AM
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